Command & Conquer: la guerra infinita

Y entonces nos regalaron un juego que venía en dos CD y un manual bien gordo. La portada mostraba a una especie de soldado y en sus gafas el reflejo del campo de batalla (vehículos y explosiones a todo color). Metimos el primer disco en la unidad y tocaba instalar el juego. Una inteligencia artificial nos guió durante la instalación (algo alucinante en su época, aunque no era más que un truco) y, tras un rato, llegó el momento de lanzarse a la aventura. Command & Conquer hizo que viéramos la estrategia de una manera que nunca habría imaginado.

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